En sus comienzos (hasta 1892), la K. Bay. Sts. B. puso nombres a las locomotoras, además de darles un número de inventario. Para elegirlos se utilizaron diversos criterios, tales como nombres de ciudades, ríos, montañas, lugares, personas (vivas o desparecidas, bávaras o no, reales o ficticias; incluyendo hombres famosos de la Historia desde la antigüedad a su época), animales y seres mitológicos. En una única ocasión se empleó un número como si fuese un nombre: el de la locomotora con número de inventario 934, perteneciente a la Clase B IX, que por ser la número mil de las fabricadas por Maffei se la llamó "1000", como si se tratase de un nombre, y eso es lo que llevó en su placa, que no debe confundirse con la placa de número (dada su peculiaridad, se incluye en el listado de la letra M, como si se hubiese llamado "Mil"). Algunos de ellos se repiten, bien sea por la reutilización del número de inventario, bien por otras circunstancias; en estos casos es preciso tener en cuenta la Clase, Fabricante y Número del mismo para identificar una locomotora en concreto.